Recomendaciones de Randy Remington. Presidente De La Iglesia Internacional Del Evangelipo Cuadrangular

 

Como pastores, estamos liderando durante una de las pandemias globales más devastadoras en más de 100 años, lo que hace estos días extraordinarios estar llenos de circunstancias complicadas y fluctuantes. En medio de este caos brumoso, el cuerpo de Cristo ha sido una luz brillante. Seguimos avanzando porque el evangelio no está limitado por un cierre global. La iglesia ha respondido con expresiones fenomenales de amor sacrificial, supliendo las crecientes necesidades de nuestro mundo herido. También es inspirador ver las formas creativas en que ustedes están liderando a sus iglesias, involucrándose mutuamente en el cuidado, oración, discipulado y compañerismo.

¿Demasiado Pronto?

Ahora nuestras conversaciones han cambiado de una respuesta a la crisis a planes de reapertura. Nos preguntamos: ¿Pueden comenzar a reunirse  nuevamente las iglesias en sus edificios? Y de ser así, ¿cómo deberían enfrentar esa transición? ¿Cuánto tiempo es prudente esperar? ¿Cuándo es demasiado pronto para abrir? Estas son preguntas legítimas y necesitamos un marco de referencia para responderlas mientras tomamos buenas decisiones. Tras consultar con nuestro liderazgo Cuadrangular, creo que es sabio tener un marco de referencia en común al pensar en los asuntos relacionados con la reapertura de los edificios de nuestras iglesias locales.

Pero primero, déjenme calificar las directrices con dos consideraciones principales:

El contexto lo es todo.

  • La mayoría del planeta ha sido afectado por el COVID-19, pero no de la misma manera. La severidad del efecto de la pandemia no ha sido consistente alrededor del mundo o de los Estados Unidos. Para algunas áreas, unos pocos, si es que alguno, se han contagiado con el virus; en otros lugares, miles han perdido sus vidas. Por lo tanto, debemos considerar el contexto local al tomar decisiones en cuanto a reabrir.
  • Cada iglesia es diferente por lo que sus consideraciones para la reapertura también lo serán. Las características únicas de la ubicación, instalaciones, personal y tamaño de la congregación de cada iglesia presentarán desafíos únicos para reabrir. En algunas partes del país, muchas iglesias ya están reabriendo. En otras partes de la nación, iglesias de todos los tamaños están a meses de hacerlo. No puede haber un método que sea igual para todos.

Existen polaridades.

  • Es más fácil abordar los asuntos operacionales y logísticos que la polarización y las divisiones que todos vemos surgir en y alrededor de la iglesia. Las batallas políticas, las presiones económicas y las diferencias en la experiencia social entre comunidades variadas, están desafiando nuestro mandato de contender por una unidad pacífica del Espíritu.
  • Por las presiones que estas dinámicas traen a la toma de decisiones sabias, necesitaremos ofrecer gracia continua el uno al otro. Necesitaremos evitar hacer juicios sobre las acciones del otro y verlo desfavorablemente a través del lente de nuestro contexto y cultura eclesial particular.

A la luz de estas calificaciones, permítanme proponer Cuatro Preguntas Guía al considerar la reapertura de nuestras iglesias: 

  1. ¿Es ético?

La consideración más importante para nosotros es simplemente: “¿Es lo correcto hacer esto?” Solo porque podemos, ¿deberíamos hacerlo? No podemos separar lo ético de una decisión de nuestro mandato de amarnos el uno al otro. Siempre debemos considerar si una acción propuesta refleja amor, como también si es sabia. Como creyentes, el amor nos obliga a hacer esto (2 Cor. 5:14). Por lo tanto, nuestro amor por Dios y por nuestro prójimo es nuestra motivación principal.

Es inspirador ver las formas creativas en que ustedes están liderando a sus iglesias, involucrándose mutuamente en el cuidado, oración, discipulado y compañerismo.

El amor dicta que la preservación de la vida humana anula prácticamente toda otra obligación. El principio de Pikuach Nefesh es central a la ley judía. Este principio destaca el propósito de los mandamientos que Dios dio a Israel: Por medio de ellos, Su pueblo podría elegir la vida. Aunque los mandatos individuales eran importantes, la intención de la ley era asegurar la preservación de la vida entre el pueblo que Dios amaba. Es por eso que Jesús sanó en el Día de Reposo y que los judíos podían comer comida que no era kosher si su vida corría peligro. Como creyentes del Nuevo Testamento, no estamos bajo la ley, pero ahí sigue habiendo una lección para nosotros. Nunca es virtuoso arriesgar la vida.

Al enfrentarnos a las decisiones en cuanto a la reapertura, tomamos en serio la exhortación de Pablo en 1 Corintios 10:23: “«Todo está permitido», pero no todo es provechoso. «Todo está permitido», pero no todo es constructivo.” (NVI).

Pablo tenía en mente el limitar sus derechos por amor. Nuestro primer filtro para toda decisión siempre debe ser el amor. Si hay un riesgo razonable de que una reapertura pondría la vida de la gente en riesgo, la decisión hecha en amor es retrasar la reapertura hasta que tengamos una garantía razonable de seguridad.

  1. ¿Es permisible?

Joshua M. Best, asesor legal de la Cuadrangular, comparte lo siguiente:

Con tanta información que nos llega, la primera pregunta que enfrentamos es: ¿Qué reglas del gobierno seguimos? Primero, distingamos entre “leyes” y “directrices”. Por ejemplo, a lo largo de esta pandemia, el CDC ha emitido una cantidad de directrices; esas directrices no tienen fuerza de ley, a menos y hasta que sean adoptadas como regla por un funcionario particular con autoridad legislativa.

En cuanto al tema de reabrir, el gobierno federal (La Casa Blanca, el Congreso y el Poder Judicial Federal) no ha emitido una ley sobre el asunto, sino que lo ha dejado en manos de cada estado. Es por eso que vemos a los gobernadores (algunos más que otros) emitiendo órdenes ejecutivas, que tienen fuerza de ley. Quizás usted vive en una ciudad o condado que ha emitido leyes que parecen diferir (o incluso entrar en conflicto) con la orden ejecutiva de su gobernador. Un concepto legal en la interpretación de la ley cuando se trata con múltiples capas de legisladores autorizados es que se aplica la regla más estricta. Por ejemplo, su gobernador puede decir que se aprueban reuniones de menos de 50 personas, pero si los funcionarios de su condado emiten una regla que establece que las reuniones no pueden ser de más de 10 personas, se aplica la regla del condado. Si, por otro lado, su gobernador emite una recomendación de que las reuniones no excedan más de 10 personas, y el alcalde de su ciudad dice que está bien reunir hasta 50 personas, entonces hasta 50 está bien.

Si hay un riesgo razonable de que una reapertura pondría la vida de la gente en riesgo, la decisión que reflejaría amor es retrasar la reapertura hasta que tengamos una garantía razonable de seguridad.

En muchas jurisdicciones estamos comenzando a ver que las regulaciones se alivianan, y algunas están permitiendo que las iglesias comiencen a reunirse nuevamente. En otras, las prohibiciones de las reuniones de iglesias tienen la posibilidad de permanecer en su lugar por meses y muchas personas están cansadas o frustradas. Algunos incluso preguntan si nuestros derechos constitucionales (tanto individuales como colectivamente, como iglesia) están siendo violados en varias jurisdicciones. No hay una respuesta clara al respecto, y los factores de si algo podría ser inconstitucional son demasiado variados para que esta comunicación los aborde. Además, en última instancia, solo los tribunales pueden decidir si una norma infringe los derechos constitucionales. Entonces, ¿qué hacemos?

En nuestro país democrático, tenemos la bendición de poder usar nuestra voz para afectar cambios. Si usted está preocupado que las normas están impactando injustamente a su iglesia, comparada con los negocios, contáctese con los funcionarios de su gobierno local y exprese sus preocupaciones. Muchos de ustedes tienen una relación personal con sus funcionarios—hablen con ellos. Para aquellos que no tienen una relación: qué gran oportunidad para establecer una. Recomendamos que ustedes los aborden de la manera que ustedes quisieran que su congregación los abordase a ustedes en cuanto a una decisión suya con la que estén en desacuerdo: con respeto hacia la autoridad, amabilidad de voz, un punto de vista balanceado y pensamiento razonado.

Como ministros y líderes dentro de la familia Cuadrangular, los estatutos Cuadrangulares impiden a una iglesia de iniciar una litigación sin primero obtener permiso de la junta directiva de La Iglesia Internacional del Evangelio Cuadrangular (ICFG) (Estatuto 16.1.F.18). Hay varias organizaciones de libertad religiosa en nuestro país, y algunas están tomando acciones para abogar por la iglesia. Estamos monitoreando esas situaciones.

Desafiar a la ley (es decir, participar en desobediencia civil) no está aprobado por nuestra junta directiva. Si bien no hemos analizado cada ley en cada estado, y mucho menos las leyes de cada condado o ciudad, sabemos que algunos de ustedes están en desacuerdo con las normas y se preguntan si pueden violar esas reglas para efectos de reunirse. Nuestra junta directiva ha dicho que debemos obedecer las leyes y encontrar otras (quizás nuevas) formas de llevar a cabo la misión de la iglesia. Desafiar la ley no es el testimonio de Cristo que la Cuadrangular quiere presentar en estas circunstancias. Todos somos parte de la familia Cuadrangular, y todos representamos tanto a Cristo como a los demás, por lo que todos llevamos el peso de las decisiones que toma cada uno de nosotros.

Varios han preguntado si reunirse desafiando la ley, sometería a su iglesia local y/o la Cuadrangular a un riesgo legal. Como se ha informado en las noticias, algunas jurisdicciones están imponiendo multas e incluso amenazando con ir a la cárcel por violar las normas relacionadas con el COVID. Además, desafiar la ley aumenta sustancialmente la posible responsabilidad civil de la iglesia en caso de litigios relacionados con el COVID.

  1. ¿Es misional?

Este virus podrá haber cerrado edificios, pero no cerró a la iglesia. De hecho, la iglesia ha dejado sus edificios para ser iglesia en formas más poderosamente visibles en sus comunidades circundantes. Hemos aprendido a priorizar la esencia de nuestra misión, forzados por una crisis que no deseábamos. Esto nos motiva a hacer preguntas menos obvias. ¿Pudiera ser perjudicial para nuestra misión si reabrimos prematuramente? ¿Será más efectivo, en esta etapa, retrasar la reapertura de nuestros edificios para volvernos a reunir? Estas pueden ser preguntas que van contra de lo que parezca lo más lógico, pero unas que deben ser parte del proceso de toma de decisiones.

¿Qué ideas creativas conservaremos de esta temporada disruptiva, y qué hábitos ineficaces descartaremos? Jesús desea una iglesia diferente al otro lado de esta crisis. Un afán por regresar a la “normalidad”, o lo cómodamente familiar, podría llegar a expensas de una oportunidad divina para repensar cómo realizamos nuestra misión. Dallas Willard dijo una vez: “Ya que hacer discípulos es la tarea principal de cada iglesia, cada iglesia debería poder responder dos preguntas. ¿Cuál es nuestro plan para hacer discípulos de Jesús? ¿Está funcionando nuestro plan?”

Este virus podrá haber cerrado edificios, pero no cerró a la iglesia. De hecho, la iglesia ha dejado sus edificios para ser iglesia en formas más poderosamente visibles en sus comunidades circundantes.

Nuestra reevaluación interna debe coincidir con la sensibilidad externa. ¿Cómo pudieran las comunidades a las que servimos ver nuestra reapertura? No tememos al hombre ni a las opiniones de los demás, pero es sabio considerar nuestro testimonio colectivo. Si parecemos poco amorosos o imprudentes en nuestra decisión de reabrir, puede dar lugar a reacciones negativas innecesarias entre el público que puedan obstaculizar nuestra misión. Queremos tener una «buena reputación» con las personas de afuera en la medida en que podamos tenerla (1 Timoteo. 3: 7; 1 Tesalonicenses. 4:12).

No solo consideramos nuestro testimonio hacia otros; en tiempos como estos, nos recordamos que somos un cuerpo interdependiente. En formas únicas, nuestras decisiones afectan a otros directa e indirectamente. Considerémonos como la familia Cuadrangular. Mis decisiones tienen consecuencias para usted y viceversa. Recordemos las palabras de Jesús cuando habló sobre nuestro impacto misional en Juan 13:35: “De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros”. (NVI).

  1. ¿Es práctico?

Los entes gubernamentales ordenarán los requisitos de la reapertura en cuanto a ocupación, distanciamiento social, procedimientos de saneamiento, etc. Algunos ya lo han hecho. ¿Podemos cumplirlos? ¿Necesitamos excederlos? ¿Podemos, en buena conciencia, servir a niños y familias de manera segura y con excelencia? ¿Cantamos o no cantamos? Cuando evitamos los abrazos, escondemos nuestros rostros con tapabocas o nos mantenemos separados unos de otros en lugar de acercarnos, sentimos aún más las restricciones artificiales en nuestro deseo de conectarnos. Teniendo en cuenta eso, ¿pudiéramos ofrecer una mejor experiencia en línea y en grupos pequeños que en nuestros edificios? ¿Obstaculizarán los criterios de reunión nuestros propósitos al reunirnos? Estas son preguntas importantes a considerar.

Palabras Finales 

Al concluir, mi intención no es emitir un edicto o ser demasiado prescriptivo. Sí quiero desafiar, exhortar y aún provocarnos a continuar en la toma de decisiones en oración y de manera bien pensada. Al considerar las preguntas éticas, legales, misionales y prácticas planteadas arriba, tomaremos mejores decisiones en cuanto a cuándo y cómo reabrir.

Como pastores, todo en nosotros quiere reunirse con el pueblo que Dios nos ha dado para pastorear. Las palabras del apóstol Pablo dan voz a lo que creo que es la fuente de nuestro profundo deseo de nuevamente estar juntos:

“Aunque estoy físicamente ausente, los acompaño en espíritu, y me alegro al ver su buen orden y la firmeza de su fe en Cristo.” — Col. 2:5 (NVI)

“Amados hermanos, después de estar separados de ustedes por un breve tiempo (aunque nuestro corazón nunca los dejó), hicimos todo lo posible por regresar, debido a nuestro intenso anhelo de volver a verlos. Teníamos muchas ganas de visitarlos de nuevo, y yo, Pablo, lo intenté una y otra vez, pero Satanás nos lo impidió. Después de todo, ¿qué es lo que nos da esperanza y alegría?, ¿y cuál será nuestra orgullosa recompensa y corona al estar delante del Señor Jesús cuando él regrese? ¡Son ustedes!” — 1 Tesalonicenses. 2:17-19, NTV

No nos extrañamos el uno al otro simplemente porque no estamos en el mismo espacio físico; extrañamos a nuestra gente porque tenemos una conexión real. El Espíritu Mismo nos ha conectado por la sangre en la cruz. Ya sea que estemos juntos o no, estamos profunda y verdaderamente unidos en el Espíritu, y esta realidad espiritual solo aumenta nuestro deseo de estar el uno con el otro, cara a cara. Esto aún sostiene nuestro amor el uno por el otro cuando no estamos juntos. Es por eso que el libro de Apocalipsis nos da esta perspectiva:  El Espíritu y la novia dicen: “Ven”. Somos uno con Jesús por el Espíritu y, juntos, anhelamos estar con Él.

Randy Remington.

Presidente De La Iglesia Del Evangelio Cuadrangular