Tu Tesoro

“Pues donde tengan ustedes su tesoro, allí estará también su corazón. ” Lucas 12.34

 

Es una frase muy familiar para muchos de nosotros. La hemos escuchado en la iglesia y aún en nuestros hogares. Es algo aún bastante maternal por decir. Este versículo ha venido a mi mente varias veces y en varios lugares. Cuando deseo algo en gran manera. Puede que me haya dado cuenta de lo mucho que estaba trabajando por obtener ese algo al punto que en el proceso he lastimado a varios. Y luego leo este versículo o soy recordado del mismo y se me hace evidente de dónde ha estado mi corazón. Puedo pensar en todos esos momentos en que he sido enfrentado con la pregunta: “Sigo a Dios o sigo a mis deseos?”.

Recordando

Creo que todos nos podemos identificar con esto. Podemos recordar momentos en los que hemos querido algo y luego nos dimos cuenta de que estábamos atesorando a esa cosa o a nosotros mismos más que al Señor. La cosa/tesoro que más buscamos, deseamos y valoramos es una gran indicación de donde está nuestro corazón y mente.  Pero y que sobre esas cosas por las cuales nos preocupamos la mayoría del tiempo? Aplicaría este versículo?

 

Jesús hizo esta declaración al final de una enseñanza sobre la preocupación. Él termina diciéndonos que no nos preocupemos por cosas, porque el Señor proveerá y esas cosas y preocupaciones no nos agregan nada. Y si estamos preocupándonos por esas cosas, entonces es porque esas “cosas” son más importantes para nosotros, y eso no está bien. Digámoslo de esta manera. Si te preocupas por algo, muy probablemente vas a buscar ese algo y una vez que tengas ese algo, muy probablemente vas a atesorar ese algo y eso se adueñara de tu corazón.

 

Tómate un momento hoy, y lee Lucas 12.22-24. Sobre qué cosas estas preocupándote? Qué cosas has estado buscando? Qué tienes ahora? A qué le has entregado tu corazón?

Si estás preocupado porque son tiempos difíciles y el dinero está apretado, recuerda que Dios te ha creado y es capaz de proveer. No es fácil no preocuparse. Se requiere de confiar en que Dios proveerá. Pero al preocuparte, apartas tu corazón de Dios y se lo das a esas cosas.

 

Hoy, retomemos nuestros corazones de esas cosas, y entreguémoslo a Dios.

 

Robert Vander Meer