Solo Rendiré Adoración A Dios

En aquel tiempo, dice el Señor, me llamarás Ishi, y nunca más me llamarás Baali. Porque quitaré de su boca los nombres de los baales, y nunca más se mencionarán sus nombres.

Oseas 2:16-17.

 
Ese día ha llegado.
Ya no vemos a Dios como un Baal, tirano poderoso, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia.

 
El Dios nuestro, es ahora nuestro Esposo querido, nuestro amoroso Señor, nuestro pariente cercano, al que nos unen los lazos de un parentesco sagrado.

 
No le reverenciamos menos por eso, pero le amamos más.
No le servimos con menos obediencia, pero le servimos por móviles más elevados y afectuosos.

 
Nunca temblamos ya bajo su látigo, pero nos regocijamos de su amor.
El esclavo se ha trocado en hijo, y el trabajo en placer.
¿Sucede contigo esto, querido lector?

 
¿Ha echado la gracia fuera de ti todo temor servil infundiéndole un amor filial?
¡Qué contentos vivimos con esta experiencia!
Ahora consideramos el domingo como una delicia, y la adoración nunca es fatigosa.

 
La oración y la alabanza son un privilegio.
Obedecer es el cielo y dar para la obra del Señor un banquete.
Todas las cosas son hechas nuevas.

 
Nuestra boca se hinche de risa y nuestro corazón, de música.
¡Bendito sea para siempre este Esposo querido de nuestras almas!

 
Hoy le ofrezco mi adoración genuino al Único y Eterno Dios soberano.
Señor, Tú eres el único en mi vida y  a ti te adoro. Me doblego ante ti con reverencia total. Amén.

 
Charles Spurgeon.
Libro De Cheques Del Banco de La Fe.

Sin Límites

La adoración al Señor no tiene límites. No hay barreras, circunstancias ni idioma que nos impida adorarlo y exaltarlo.

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