El amor que al principio te atrajo hacia Dios, es el mismo que este momento te rodea y que estará siempre contigo, en cada situación. Cualquier que sea el escenario en que te desenvuelvas, permite que sea Él, quien te consuele.

 

“Con amor eterno te he amado; por tanto te prolongué mi misericordia”. Jeremías 31:3


“Nadie puede venir a mí si no lo trae el Padre que me envió, y yo lo resucitaré en el día final”. Juan 6:44


“Porque El amó a tus padres, por eso escogió a su descendencia después de ellos; y personalmente te sacó de Egipto con su gran poder”.

Deuteronomio 4:37


“Mas porque el SEÑOR os amó y guardó el juramento que hizo a vuestros padres, el SEÑOR os sacó con mano fuerte y os redimió de casa de servidumbre, de la mano de Faraón, rey de Egipto”. Deuteronomio 7:8


“Acuérdate, oh SEÑOR, de tu compasión y de tus misericordias, que son eternas”.  Salmos 25:6


“Con cuerdas humanas los conduje, con lazos de amor, y fui para ellos como quien alza el yugo de sobre sus quijadas; me incliné y les di de comer”.

Oseas 11:4


“Yo os he amado–dice el SEÑOR–. Pero vosotros decís: ¿En qué nos has amado? ¿No era Esaú hermano de Jacob?–declara el SEÑOR–. Sin embargo, yo amé a Jacob” Malaquías 1:2

Esa Compasión divina está diseñada para ti.

 

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